CRÓNICA
Por: David Flores Mendoza
El sol se escondía tras los volcanes de Arequipa mientras el bullicio de la tarde se deslizaba por el empedrado del centro histórico. En el interior del restobar Tenampa, entre luces tenues y paredes con un poco de cultura mexicana, el sonido de una cerveza al chocar con la mesa rompía el silencio previo a una charla que prometía ser especial. Frente a mí, con una sonrisa tranquila, estaba “El Mago lo hizo de nuevo”, Sebitas, es uno de los nombres más interesantes de la escena urbana local.
A las siete de la noche, con un plato de taquitos, tacos partidos a la mitad y un café humeante frente a él, el artista se acomodó en la conversación como quien ya ha improvisado demasiadas veces en la vida.
El arte como refugio. Desde el inicio, quedó claro que la música no es solo una profesión para él, sino una necesidad. “Desde chibolo estuve metido en varias cosas de arte, dibujar, poesía… Pero conecté más con la música porque podía escucharla en cualquier momento”. Su voz, pausada pero segura, revelaba una conexión profunda con el sonido. Para él, la música no solo habla, también calma. Y eso lo aprendió desde pequeño.
El sol se escondía tras los volcanes de Arequipa mientras el bullicio de la tarde se deslizaba por el empedrado del centro histórico. En el interior del restobar Tenampa, entre luces tenues y paredes con un poco de cultura mexicana, el sonido de una cerveza al chocar con la mesa rompía el silencio previo a una charla que prometía ser especial. Frente a mí, con una sonrisa tranquila, estaba “El Mago lo hizo de nuevo”, Sebitas, es uno de los nombres más interesantes de la escena urbana local.
A las siete de la noche, con un plato de taquitos, tacos partidos a la mitad y un café humeante frente a él, el artista se acomodó en la conversación como quien ya ha improvisado demasiadas veces en la vida.
El arte como refugio. Desde el inicio, quedó claro que la música no es solo una profesión para él, sino una necesidad. “Desde chibolo estuve metido en varias cosas de arte, dibujar, poesía… Pero conecté más con la música porque podía escucharla en cualquier momento”. Su voz, pausada pero segura, revelaba una conexión profunda con el sonido. Para él, la música no solo habla, también calma. Y eso lo aprendió desde pequeño.
Diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), el Mago encontró en la música una forma de ordenar el caos interno. “No me concentraba en nada, estaba en otra. Me ayudaba a calmarme”. Con 8 años comenzó un tratamiento que dejó en la adolescencia, para retomarlo en la universidad, cuando la pandemia y la depresión lo golpearon con fuerza.
Un nombre nacido del meme. Su nombre artístico, “El Mago lo hizo de nuevo”, nació de una broma. “Hace unos años salió ese meme del ‘mago lo hizo de nuevo’ y me vaciló. Me quedé con eso, fue más por las risas”, cuenta mientras sonreía. Pero detrás del nombre hay una personalidad, alguien que se toma la vida con humor, que transforma su forma de ver la vida en arte y que, a pesar de los tropiezos, sigue creando.
La música como proceso. Estudió Publicidad, una carrera que le sirvió para entender cómo comunicar emociones. Sus padres, separados desde la infancia, lo apoyaron a su manera, su padre, escritor, entendía la necesidad de “buscarse la vida”, y su madre, como toda madre, lo respaldó siempre.
Pero el verdadero golpe emocional llegó cuando perdió su primer álbum. “Estaba hecho ******. Había invertido un montón de tiempo, fue bien doloroso”. Sin embargo, no se rindió. A través de las improvisaciones los jueves en la plaza, recuperó la chispa. “Seguí yendo, aunque estuviera destrozado. Eso me mantuvo con la chispa”.
“ELMAGOLOHIZODENUEVO” El álbum que finalmente vio la luz se llama “elmagolohizodenuevo ”, un título irónico que resume el proceso creativo y personal del artista. “Es ironía, ¿ves? Así soy yo, bien jodido con las bromas. Todo lo que pasamos para sacarlo.” En colaboración con Jano, quien ya es más que su productor, “ahora es parte de mi vida”, el Mago logró un trabajo más elaborado, con más producción y profundidad. “El de ahora es mejor, definitivamente”.
Más allá de la música. Además de componer, también ilustra. No tiene un fin claro, solo el placer de interpretar lo que ve y lo que siente. Sus dibujos no solo son expresión artística, sino también portadas de sus canciones. “Hago lo que veo y lo interpreto a mi manera”, dice, mientras recuerda una ilustración inspirada en una frase de Oscar Wilde.
El futuro, en constante improvisación. Después de su primera presentación oficial, ya con más público y más experiencia, gracias a sus inicios en colectivos de rap, el Mago sigue mirando hacia adelante. “Lo que se viene es seguir creando, tengo varias cosas en mente, más colaboraciones, y meterle duro a la música. Me gustaría también meterle más atención al tema visual, sacar videoclips para las canciones”.
Pero lo más importante es disfrutar el proceso. “Siempre buscando que todo fluya, sin presiones. Al final, se trata de disfrutar el proceso, ¿no? La entrevista terminó con el sonido de los cubiertos, el último sorbo de café y la promesa de seguir creando, entre el olor a comida mexicana y el murmullo de las conversaciones ajenas, quedó claro que el Mago no solo es un artista, sino un alma en constante movimiento y efectivamente, el mago lo hizo de nuevo… y otra vez, lo volverá a hacer
Un nombre nacido del meme. Su nombre artístico, “El Mago lo hizo de nuevo”, nació de una broma. “Hace unos años salió ese meme del ‘mago lo hizo de nuevo’ y me vaciló. Me quedé con eso, fue más por las risas”, cuenta mientras sonreía. Pero detrás del nombre hay una personalidad, alguien que se toma la vida con humor, que transforma su forma de ver la vida en arte y que, a pesar de los tropiezos, sigue creando.
La música como proceso. Estudió Publicidad, una carrera que le sirvió para entender cómo comunicar emociones. Sus padres, separados desde la infancia, lo apoyaron a su manera, su padre, escritor, entendía la necesidad de “buscarse la vida”, y su madre, como toda madre, lo respaldó siempre.
Pero el verdadero golpe emocional llegó cuando perdió su primer álbum. “Estaba hecho ******. Había invertido un montón de tiempo, fue bien doloroso”. Sin embargo, no se rindió. A través de las improvisaciones los jueves en la plaza, recuperó la chispa. “Seguí yendo, aunque estuviera destrozado. Eso me mantuvo con la chispa”.
“ELMAGOLOHIZODENUEVO” El álbum que finalmente vio la luz se llama “elmagolohizodenuevo ”, un título irónico que resume el proceso creativo y personal del artista. “Es ironía, ¿ves? Así soy yo, bien jodido con las bromas. Todo lo que pasamos para sacarlo.” En colaboración con Jano, quien ya es más que su productor, “ahora es parte de mi vida”, el Mago logró un trabajo más elaborado, con más producción y profundidad. “El de ahora es mejor, definitivamente”.
Más allá de la música. Además de componer, también ilustra. No tiene un fin claro, solo el placer de interpretar lo que ve y lo que siente. Sus dibujos no solo son expresión artística, sino también portadas de sus canciones. “Hago lo que veo y lo interpreto a mi manera”, dice, mientras recuerda una ilustración inspirada en una frase de Oscar Wilde.
El futuro, en constante improvisación. Después de su primera presentación oficial, ya con más público y más experiencia, gracias a sus inicios en colectivos de rap, el Mago sigue mirando hacia adelante. “Lo que se viene es seguir creando, tengo varias cosas en mente, más colaboraciones, y meterle duro a la música. Me gustaría también meterle más atención al tema visual, sacar videoclips para las canciones”.
Pero lo más importante es disfrutar el proceso. “Siempre buscando que todo fluya, sin presiones. Al final, se trata de disfrutar el proceso, ¿no? La entrevista terminó con el sonido de los cubiertos, el último sorbo de café y la promesa de seguir creando, entre el olor a comida mexicana y el murmullo de las conversaciones ajenas, quedó claro que el Mago no solo es un artista, sino un alma en constante movimiento y efectivamente, el mago lo hizo de nuevo… y otra vez, lo volverá a hacer
No hay comentarios:
Publicar un comentario