REPORTAJE
Por: Karen Pinto Cahuana
En una universidad pública donde la mayoría corre entre clases, prácticas y trabajos finales, todavía hay estudiantes que, en lugar de irse a casa a descansar, se quedan a ensayar por horas. No lo hacen por una nota, ni por dinero. Lo hacen por pasión. El Ballet Folclórico de la UNSA, o BFUNSA como lo llaman sus integrantes, es un espacio donde la danza no solo se aprende, sino que se vive, se comparte y se siente.
“Esto para mí es mi familia, mi hogar y la verdad es que me siento orgullosa de representar también a mi universidad en diferentes presentaciones”, así lo mencionó Daniela Fernández, estudiante de Ciencias de la Comunicación y parte del ballet desde hace más de tres años. Para ella, entrar al elenco fue una de las mejores decisiones de su vida. No solo aprendió nuevas danzas, sino también a conocerse, a ser constante y a encontrar un segundo hogar. Entró motivada por su amor al arte, pero se quedó por todo lo que el ballet le dió en lo humano.
En una universidad pública donde la mayoría corre entre clases, prácticas y trabajos finales, todavía hay estudiantes que, en lugar de irse a casa a descansar, se quedan a ensayar por horas. No lo hacen por una nota, ni por dinero. Lo hacen por pasión. El Ballet Folclórico de la UNSA, o BFUNSA como lo llaman sus integrantes, es un espacio donde la danza no solo se aprende, sino que se vive, se comparte y se siente.
“Esto para mí es mi familia, mi hogar y la verdad es que me siento orgullosa de representar también a mi universidad en diferentes presentaciones”, así lo mencionó Daniela Fernández, estudiante de Ciencias de la Comunicación y parte del ballet desde hace más de tres años. Para ella, entrar al elenco fue una de las mejores decisiones de su vida. No solo aprendió nuevas danzas, sino también a conocerse, a ser constante y a encontrar un segundo hogar. Entró motivada por su amor al arte, pero se quedó por todo lo que el ballet le dió en lo humano.
“Aprendí a ser resiliente, a ser valiente porque cuando ingresé la verdad es que era muy tímida, no podía soltarme. Pero sí o sí para bailar tienes que ser valiente, entrar, lanzarte a hacer algo que de repente hasta no conoces. Y siento que esos son muchos de los valores que he aprendido, además de la puntualidad y el orden, porque siempre tienes que estar ordenando tus cosas en donde sea que estés”, indicó.
Aunque los ensayos coinciden a veces con sus estudios, Daniela no lo ve como una carga. Más bien, lo vive como un equilibrio. “Realmente me relaja bastante estar con ellos, con ellas, hablar sobre diferentes cosas que nos pasan en nuestras escuelas y en nuestras familias también, porque somos como hermanos todos”, señaló.
Leonardo, por su parte, recién lleva unos meses en el elenco. Entró con nervios pero también animado por su amigo, quien lo invitó a formar parte del ballet. Y fue ahí donde entendió que este lugar tenía algo especial. “La bienvenida sí que fue muy calurosa porque hicimos un compartir entre todos los ingresantes y también la profesora nos dió la bienvenida. El comienzo de los ensayos fueron muy interesantes porque no era lo mismo que en el colegio, aquí involucra más la responsabilidad y también la disciplina por parte de uno para no dejar los ensayos, siempre mantenerse y ser persistente”, contó.
Creado en 1971, el Ballet Folclórico de la UNSA reúne a jóvenes de distintas carreras que deciden dedicar parte de su vida universitaria a representar al Perú, a través de sus danzas tradicionales. No se busca competir ni modificar las coreografías para ganar aplausos. Se busca preservar la cultura. “Siempre se va haciendo investigaciones para ver qué danzas nuevas se puede armar en el elenco y, por supuesto, que conserve las raíces, lo más autóctono y que se acerque a la realidad de las vivencias de un lugar, de un pueblo y de una tradición”, mencionó la directora Telsi Bustamante, quien lidera el elenco con dedicación y cariño.
Quienes están dentro del Ballet Folclórico saben que no hay una remuneración o una calificación de por medio, pero lo que sí hay son ganas, constancia y una enorme entrega. Cada año se presentan en decenas de eventos, dentro y fuera de la ciudad, representando a la UNSA con orgullo. Los ensayos son tres veces por semana, sin descuidar sus clases académicas. “Son estudiantes de todas las escuelas de la universidad que tratan de promover el arte… ellos están siempre fieles a la universidad y representándola. Entonces es una responsabilidad porque el Ballet de la UNSA es un grupo que se mantiene durante todo el año constantemente activo”, indicó la directora.
El Ballet no se limita a una coreografía bonita. Cada presentación es un acto de memoria, ya que cada traje típico es una conexión con los pueblos, con los colores, con la historia que muchas veces se olvida. Los jóvenes que lo integran no solo representan a su universidad, sino a sus regiones, sus raíces y su país. “Todos los trajes que tenemos en el Ballet representan algo. No solo es la danza, sino la historia que conlleva ese baile. Entonces, portarlo es un honor, porque estos trajes también llevan años y años pasando por generaciones, y la verdad es que te pone muy feliz” señaló Daniela. Por su parte, Leonardo indicó sentirse admirado por conocer más de la cultura peruana. “Me gusta mucho. Conozco más las riquezas que guarda el Perú y me siento muy orgulloso”, expresó.
Tanto para los que llevan años como para los que recién comienzan, el Ballet Folclórico no es solo un grupo de danza. Es un espacio que los acoge, donde se celebran los logros, donde se aprende de los errores y donde nadie baila solo. Daniela invitó a la comunidad universitaria a formar parte de este gran elenco: “Los va a ayudar bastante tanto en su vida personal como a expresar lo que ustedes quieren en todos los artes que existen y más. Entonces, sí, anímense, no tengan miedo y si es que lo tienen, enfréntenlo”.
Quienes están en el Ballet Folclórico de la UNSA bailan por amor a su cultura, a sus raíces, y porque la danza los hace sentir vivos. A través de cada ensayo, cada presentación y cada error corregido, los estudiantes aprenden a ser constantes, a valorar lo nuestro y a encontrar un lugar donde no importa la carrera ni el ciclo, sino las ganas de darlo todo en el escenario.
Aunque los ensayos coinciden a veces con sus estudios, Daniela no lo ve como una carga. Más bien, lo vive como un equilibrio. “Realmente me relaja bastante estar con ellos, con ellas, hablar sobre diferentes cosas que nos pasan en nuestras escuelas y en nuestras familias también, porque somos como hermanos todos”, señaló.
Leonardo, por su parte, recién lleva unos meses en el elenco. Entró con nervios pero también animado por su amigo, quien lo invitó a formar parte del ballet. Y fue ahí donde entendió que este lugar tenía algo especial. “La bienvenida sí que fue muy calurosa porque hicimos un compartir entre todos los ingresantes y también la profesora nos dió la bienvenida. El comienzo de los ensayos fueron muy interesantes porque no era lo mismo que en el colegio, aquí involucra más la responsabilidad y también la disciplina por parte de uno para no dejar los ensayos, siempre mantenerse y ser persistente”, contó.
Creado en 1971, el Ballet Folclórico de la UNSA reúne a jóvenes de distintas carreras que deciden dedicar parte de su vida universitaria a representar al Perú, a través de sus danzas tradicionales. No se busca competir ni modificar las coreografías para ganar aplausos. Se busca preservar la cultura. “Siempre se va haciendo investigaciones para ver qué danzas nuevas se puede armar en el elenco y, por supuesto, que conserve las raíces, lo más autóctono y que se acerque a la realidad de las vivencias de un lugar, de un pueblo y de una tradición”, mencionó la directora Telsi Bustamante, quien lidera el elenco con dedicación y cariño.
Quienes están dentro del Ballet Folclórico saben que no hay una remuneración o una calificación de por medio, pero lo que sí hay son ganas, constancia y una enorme entrega. Cada año se presentan en decenas de eventos, dentro y fuera de la ciudad, representando a la UNSA con orgullo. Los ensayos son tres veces por semana, sin descuidar sus clases académicas. “Son estudiantes de todas las escuelas de la universidad que tratan de promover el arte… ellos están siempre fieles a la universidad y representándola. Entonces es una responsabilidad porque el Ballet de la UNSA es un grupo que se mantiene durante todo el año constantemente activo”, indicó la directora.
El Ballet no se limita a una coreografía bonita. Cada presentación es un acto de memoria, ya que cada traje típico es una conexión con los pueblos, con los colores, con la historia que muchas veces se olvida. Los jóvenes que lo integran no solo representan a su universidad, sino a sus regiones, sus raíces y su país. “Todos los trajes que tenemos en el Ballet representan algo. No solo es la danza, sino la historia que conlleva ese baile. Entonces, portarlo es un honor, porque estos trajes también llevan años y años pasando por generaciones, y la verdad es que te pone muy feliz” señaló Daniela. Por su parte, Leonardo indicó sentirse admirado por conocer más de la cultura peruana. “Me gusta mucho. Conozco más las riquezas que guarda el Perú y me siento muy orgulloso”, expresó.
Tanto para los que llevan años como para los que recién comienzan, el Ballet Folclórico no es solo un grupo de danza. Es un espacio que los acoge, donde se celebran los logros, donde se aprende de los errores y donde nadie baila solo. Daniela invitó a la comunidad universitaria a formar parte de este gran elenco: “Los va a ayudar bastante tanto en su vida personal como a expresar lo que ustedes quieren en todos los artes que existen y más. Entonces, sí, anímense, no tengan miedo y si es que lo tienen, enfréntenlo”.
Quienes están en el Ballet Folclórico de la UNSA bailan por amor a su cultura, a sus raíces, y porque la danza los hace sentir vivos. A través de cada ensayo, cada presentación y cada error corregido, los estudiantes aprenden a ser constantes, a valorar lo nuestro y a encontrar un lugar donde no importa la carrera ni el ciclo, sino las ganas de darlo todo en el escenario.
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