REPORTAJE
Por: Karen Pinto Cahuana
Eva Palomino llega temprano al mercado San Camilo. Lo ha hecho por años. Sabe a qué puesto ir, a qué casera confiarle la comida de su casa. Para ella, la limpieza del lugar no es un lujo, es una necesidad. “Si un puesto no está limpio, podríamos acceder a alguna enfermedad, de repente algún virus, parásito… el proceso de llegada hasta aquí al mercado tiene que ser de correcta limpieza”, señaló.
Ariana González, una joven que también realiza compras para su hogar lo tiene claro. Para ella, el cuidado de los alimentos debería ser una costumbre que se mantenga. “Con la pandemia creo que se ha hecho más regular el uso de algún desinfectante, alcohol, y eso ha mejorado, pero ahora que ha pasado la pandemia se ha dejado de lado un poco ese cuidado que se debe tener. Reforzar ese cuidado y volverlo una costumbre nuevamente sería adecuado para así tener una mejor salubridad para todos”, refirió.
Del otro lado del mostrador están los comerciantes. Jazhmany Molina, de la sección porcina, explicó que su puesto sigue un protocolo estricto. “Todos los días se abre y se cierra. Al abrirse se desinfecta todo y al cerrarse se limpia todo. Exhibimos una hora, dos horas y tenemos que cambiar otro producto. Porque si no no solo se deteriora la carne, sino también nosotros perdemos”, indicó.
A nivel general, quienes trabajan en San Camilo reconocen que hay avances, pero también desafíos. Sandra Berrocal, presidenta del Frente de Defensa del Mercado, considera que las capacitaciones que reciben deberían ser más aplicadas a la realidad del lugar. “Trimestralmente estamos teniendo las capacitaciones; pero para mí personalmente… no aplica a la realidad que tiene el mercado”, refirió.
Uno de los mayores retos es el manejo de residuos, especialmente los orgánicos. “Estamos viviendo dentro de un basurero… somos 1000 trabajadores dentro del mercado San Camilo que proyectamos desechos sólidos por más de una tonelada diaria”, denunció Berrocal, quien además pide mayor implementación de herramientas para separar los residuos.
Desde el área técnica, el Ing. Javier Arenas, de la Subgerencia de Saneamiento, Salubridad y Salud de la Municipalidad Provincial de Arequipa, confirmó que el Mercado San Camilo, por su tamaño y antigüedad, representa uno de los mayores retos. “No tenemos una real inocuidad alimentaria… debido a que es el más grande que tenemos en nuestra jurisdicción. Encontramos contaminación cruzada… por ejemplo, en el sector de
carnes, encontramos un puesto de sándwich; en el de verduras, una señora que vende carbón”, indicó.
El mercado sí cuenta con protocolos de limpieza y un plan de inspecciones, pero las condiciones internas dificultan su cumplimiento total. “Hacemos inspecciones al mes una vez… pero es complicado cuando no hay una separación adecuada de rubros. Eso es un punto crítico que se está queriendo solucionar”, señaló Arenas.
De marzo a la fecha, según el Ing. Javier, ya se han emitido seis sanciones al mercado por faltas relacionadas con la inocuidad. Entre ellas la mala conservación, la falta de indumentaria y la desinfección inadecuada. Las acciones, explica, incluyen actas preventivas y sanciones en caso de reincidencia.
Quien también ha seguido de cerca este tema es el Mg. Juan Carlos Zegarra, ingeniero en industrias alimentarias. Él sostiene que la inocuidad no es un tema opcional. “La salud es algo que uno no lo valora hasta que la pierde. Por lo tanto, es importante poder garantizar la salud a través del cumplimiento de las normas. Ya no es algo optativo, es obligatorio”, señaló.
Explicó también que los mercados deben cumplir una normativa técnica basada en principios generales de higiene. “Se debe garantizar agua potable, luz adecuada, separación de productos, control de plagas y un sistema de eliminación de residuos. Todo eso debe constar en un certificado con validez de 2 años”, indicó.
En ese sentido, el compromiso no es solo de la municipalidad o de los comerciantes. Es de todos, tanto consumidores como administradores y fiscalizadores. “El tema de inocuidad en mercados involucra a todas las personas… inclusive aquellos que no comercializan alimentos. Porque estamos hablando de la salud de la población”, mencionó.
El Mercado San Camilo, como uno de los principales centros de abasto de Arequipa, refleja tanto los avances como los vacíos que aún quedan por resolver. Asegurar que lo que comemos esté limpio, bien manipulado y libre de riesgos no debería depender de la suerte, sino de un trabajo conjunto. Comer seguro es un derecho, y garantizarlo, una tarea necesaria.
Eva Palomino llega temprano al mercado San Camilo. Lo ha hecho por años. Sabe a qué puesto ir, a qué casera confiarle la comida de su casa. Para ella, la limpieza del lugar no es un lujo, es una necesidad. “Si un puesto no está limpio, podríamos acceder a alguna enfermedad, de repente algún virus, parásito… el proceso de llegada hasta aquí al mercado tiene que ser de correcta limpieza”, señaló.
Ariana González, una joven que también realiza compras para su hogar lo tiene claro. Para ella, el cuidado de los alimentos debería ser una costumbre que se mantenga. “Con la pandemia creo que se ha hecho más regular el uso de algún desinfectante, alcohol, y eso ha mejorado, pero ahora que ha pasado la pandemia se ha dejado de lado un poco ese cuidado que se debe tener. Reforzar ese cuidado y volverlo una costumbre nuevamente sería adecuado para así tener una mejor salubridad para todos”, refirió.
Del otro lado del mostrador están los comerciantes. Jazhmany Molina, de la sección porcina, explicó que su puesto sigue un protocolo estricto. “Todos los días se abre y se cierra. Al abrirse se desinfecta todo y al cerrarse se limpia todo. Exhibimos una hora, dos horas y tenemos que cambiar otro producto. Porque si no no solo se deteriora la carne, sino también nosotros perdemos”, indicó.
A nivel general, quienes trabajan en San Camilo reconocen que hay avances, pero también desafíos. Sandra Berrocal, presidenta del Frente de Defensa del Mercado, considera que las capacitaciones que reciben deberían ser más aplicadas a la realidad del lugar. “Trimestralmente estamos teniendo las capacitaciones; pero para mí personalmente… no aplica a la realidad que tiene el mercado”, refirió.
Uno de los mayores retos es el manejo de residuos, especialmente los orgánicos. “Estamos viviendo dentro de un basurero… somos 1000 trabajadores dentro del mercado San Camilo que proyectamos desechos sólidos por más de una tonelada diaria”, denunció Berrocal, quien además pide mayor implementación de herramientas para separar los residuos.
Desde el área técnica, el Ing. Javier Arenas, de la Subgerencia de Saneamiento, Salubridad y Salud de la Municipalidad Provincial de Arequipa, confirmó que el Mercado San Camilo, por su tamaño y antigüedad, representa uno de los mayores retos. “No tenemos una real inocuidad alimentaria… debido a que es el más grande que tenemos en nuestra jurisdicción. Encontramos contaminación cruzada… por ejemplo, en el sector de
carnes, encontramos un puesto de sándwich; en el de verduras, una señora que vende carbón”, indicó.
El mercado sí cuenta con protocolos de limpieza y un plan de inspecciones, pero las condiciones internas dificultan su cumplimiento total. “Hacemos inspecciones al mes una vez… pero es complicado cuando no hay una separación adecuada de rubros. Eso es un punto crítico que se está queriendo solucionar”, señaló Arenas.
De marzo a la fecha, según el Ing. Javier, ya se han emitido seis sanciones al mercado por faltas relacionadas con la inocuidad. Entre ellas la mala conservación, la falta de indumentaria y la desinfección inadecuada. Las acciones, explica, incluyen actas preventivas y sanciones en caso de reincidencia.
Quien también ha seguido de cerca este tema es el Mg. Juan Carlos Zegarra, ingeniero en industrias alimentarias. Él sostiene que la inocuidad no es un tema opcional. “La salud es algo que uno no lo valora hasta que la pierde. Por lo tanto, es importante poder garantizar la salud a través del cumplimiento de las normas. Ya no es algo optativo, es obligatorio”, señaló.
Explicó también que los mercados deben cumplir una normativa técnica basada en principios generales de higiene. “Se debe garantizar agua potable, luz adecuada, separación de productos, control de plagas y un sistema de eliminación de residuos. Todo eso debe constar en un certificado con validez de 2 años”, indicó.
En ese sentido, el compromiso no es solo de la municipalidad o de los comerciantes. Es de todos, tanto consumidores como administradores y fiscalizadores. “El tema de inocuidad en mercados involucra a todas las personas… inclusive aquellos que no comercializan alimentos. Porque estamos hablando de la salud de la población”, mencionó.
El Mercado San Camilo, como uno de los principales centros de abasto de Arequipa, refleja tanto los avances como los vacíos que aún quedan por resolver. Asegurar que lo que comemos esté limpio, bien manipulado y libre de riesgos no debería depender de la suerte, sino de un trabajo conjunto. Comer seguro es un derecho, y garantizarlo, una tarea necesaria.
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