Artículo de Opinión
Lucero Nayeli Paredes Cornejo
Arequipa es conocida por su dinamismo económico y cultural, pero no está exenta de los desafíos que representa la pobreza monetaria. Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 13.9% de la población se encuentra en esta categoría. Esto implica que, por ejemplo, una familia de cuatro integrantes necesita 1700 soles mensuales para tener una vida digna. Nuestra ciudad presenta cifras relativamente favorables en comparación con otras regiones del país, como Cusco (21.7%), Tacna (26.7%) y Puno (41.6%).
Una de las principales causas del aumento de la pobreza monetaria en Arequipa es la inflación. Esta erosiona el poder adquisitivo de las familias, obligándolas a gastar más para cubrir sus necesidades básicas. La reciente recesión económica, acompañada de una alta inflación, ha generado desempleo y exacerba la precariedad económica de muchas familias. En situaciones de pobreza extrema, las familias concentran su gasto en consumo, lo que agrava aún más su situación cuando los precios de los productos de primera necesidad suben.
La pobreza estructural o multidimensional local implica condiciones desfavorables para el desarrollo personal y social de sus habitantes. Esta desigualdad se manifiesta en la distribución no uniforme de recursos y oportunidades, afectando la seguridad ciudadana, y la participación político social, provocando un empobrecimiento crónico.
La pobreza estructural afecta directamente la calidad de vida de los individuos. Las familias que viven por debajo de este umbral tienen dificultades para acceder a una alimentación adecuada, vivienda, educación y atención sanitaria, lo que perpetúa el ciclo de pobreza. Esta situación contribuye a la creación de estratos sociales desiguales, donde las oportunidades de desarrollo no son equitativas; limitando el crecimiento personal de los individuos, y afectando negativamente al desarrollo social y económico de la región en su conjunto.
A nivel nacional, el porcentaje de población en situación de pobreza extrema ha aumentado del 5.0% al 5.7% entre los años 2022 y 2023, reflejando una tendencia preocupante que también puede afectar a Arequipa. Las personas en pobreza extrema, con ingresos mensuales inferiores a los 251 soles, enfrentan una situación de vulnerabilidad aún mayor.
La pobreza monetaria en Arequipa es un problema multifacético que requiere de una respuesta integral. A pesar de que nuestra región presenta cifras de pobreza menores en comparación con otras, la existencia de pobreza estructural y las crecientes dificultades económicas exigen medidas urgentes y efectivas por parte del gobierno regional y los municipios, que hasta el momento no actúan frente a la problemática expuesta.
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