sábado, 5 de julio de 2025

EL ÚLTIMO VIAJE DE GINA

CRÓNICA
Por: Karen Pinto Cahuana

Era una mañana común en Arequipa. El sol se filtraba entre las nubes sobre el distrito de José Luis Bustamante y Rivero, donde el ritmo de la ciudad ya se aceleraba. En la avenida principal, cerca del óvalo de La Apacheta, una combi de transporte urbano circulaba entre el tráfico, con su motor ronroneando y sus pasajeros a bordo. Entre ellos, Gina Mozo Ttito, cobradora y propietaria del vehículo, una mujer de aproximadamente 40 años.

Al promediar las 8:30 de la mañana, todo cambió. El conductor, Alfredo Tipo Huahuachampi, de 57 años, realizó un movimiento rápido, quizás apurado por el tráfico, por la presión de los pasajeros, por la costumbre de andar rápido entre las calles. Pero algo salió mal. El vehículo perdió el control, golpeó un poste y, en cuestión de segundos, se volcó sobre un costado. El grito de los pasajeros se mezcló con el estruendo del metal al doblarse.

La combi quedó tendida sobre el asfalto, con la parte delantera destrozada. Entre los heridos, había un niño de dos años, adultos mayores, jóvenes y trabajadores que, como cualquier otro día, se dirigían a sus labores. Algunos presentaban heridas leves, otros fueron trasladados al hospital Honorio Delgado Espinoza y a la clínica AUNA. Pero entre los gritos de auxilio y el caos, había un cuerpo inmóvil: el de Gina.

Quedó atrapada bajo el peso del vehículo, sin posibilidad de moverse. No sobrevivió. Su cuerpo fue sacado con esfuerzo por los rescatistas, mientras los vecinos observaban con impotencia. Para algunos, era una conocida. Para otros, una trabajadora más del transporte público. Pero para su familia, era todo. Su muerte generó conmoción.  
Mientras los heridos eran atendidos, los familiares corrían de un lugar a otro buscando a sus seres queridos. Muchos ya habían sido evacuados y no sabían a dónde los habían llevado. La desesperación se mezclaba con la incertidumbre. “Llegué y no sabía dónde estaba mi hermana. Me dijeron que ya la habían llevado al hospital…”, decía una mujer entre lágrimas.

El conductor, herido en una pierna, fue llevado al hospital Honorio Delgado Espinoza. Las autoridades iniciaron las investigaciones para determinar las causas del accidente. Se presume que el exceso de velocidad, sumado a un intento de maniobra para evitar huecos en la pista, pudo haber provocado el volcamiento.

Testigos y pasajeros coincidieron en que la unidad iba más rápido de lo normal. “La unidad frenaba fuerte, iba rápido y otra vez frenaba muy fuerte. En un abrir y cerrar de ojos vi a todos los pasajeros debajo de los asientos. Había una señora con un bebé a mi lado, no sé qué pasó con ella”, contó una pasajera que salió con heridas leves.

Pero detrás del accidente había una realidad que se repetía con frecuencia, el vehículo no estaba autorizado para circular bajo el Sistema Integrado de Transportes (SIT). Aunque tenía SOAT, no contaba con la formalización legal de la Municipalidad Provincial de Arequipa. Según el gerente de Transportes, Miguel Santa Cruz, la unidad había sido notificada previamente por operar ilegalmente, pero la empresa hizo caso omiso.

El vehículo tenía el logo del SIT pintado, pero no estaba habilitado. “Esta semana nos apersonamos al terminal de Emarsistran, donde se detectó que la unidad de placa V1Y-771 brindaba servicio sin estar autorizada”, afirmó.

La noticia de la muerte de Gina causó conmoción en las redes sociales, amigos y vecinos expresaron su dolor por la pérdida de una mujer trabajadora y conocida por su dedicación. “Era una buena persona, siempre amable, chamba, como puede pasar algo así?”, escribió una usuaria en Facebook.

La combi, que antes era sinónimo de movimiento y rutina, se convirtió en una imagen de dolor, descuido y falta de control. Pero también, de lucha. Familiares y vecinos exigieron justicia y mayor regulación del transporte urbano. Este no fue solo un accidente. Fue el colapso de un sistema, la alerta de una ciudad que necesita más control, más responsabilidad y más humanidad. Gina se fue, pero su historia, como la de tantos otros, debe servir para que no haya más víctimas en el camino.

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