lunes, 20 de octubre de 2025

LAS CRISIS QUE AQUEJAN A MACHU PICCHU: LA MARAVILLA DEL MUNDO

CRÓNICA
Por: Daniela Acosta

“Después de ver las ruinas de Machu Picchu, las fabulosas culturas de la antigüedad parecían estar hechas de cartón, Papier-mâché…”, subrayó el célebre poeta chileno Pablo Neruda. Su apreciación no tiene margen de error, pues al contemplar la majestuosa ciudadela inca uno intenta hallar las palabras para describirla, aunque siempre fracase en el intento porque su belleza sobrepasa el lenguaje. Machu Picchu es, sin duda, una de las siete maravillas más icónicas del planeta.

Qué hermoso concepto tenemos hasta hoy, hasta que damos una vuelta de 180 grados y nos topamos con una realidad que provoca angustia y tristeza. ¿Qué está ocurriendo con este valioso santuario? A fines de 2022, la gestión de Machu Picchu ya mostraba signos de crisis. Expertos advertían que el aforo diario alcanzaba las 4.500 personas, casi el doble de lo aprobado por el Ministerio de Cultura en julio de 2020, tras una recomendación de la UNESCO para proteger el recinto, ya desgastado por el paso del tiempo.

En ese contexto, el 2023 llegó cargado de incertidumbre. El turismo se tensó por la masificación y por los riesgos que amenazaban esta joya del patrimonio mundial. El 21 de enero, la situación estalló con las protestas sociales en todo el país. Los ciudadanos percibían indiferencia del Gobierno peruano ante la crisis que afectaba a la maravilla del mundo y al sector turístico. Se suspendió el ingreso de visitantes a Machu Picchu y a la red de caminos inca para salvaguardar la integridad de los turistas, según informó la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) Cusco y la Jefatura del Santuario Histórico de Machu Picchu del Sernanp. Agentes policiales reportaron daños en la vía férrea Ollantaytambo–Machu Picchu e incluso desprendimiento de rocas debido a las manifestaciones. Ante ello, el Gobierno decidió cerrar el sitio indefinidamente por motivos de seguridad. Aquella noche, más de 400 turistas fueron evacuados en helicóptero hasta Cusco y otros 418 retornaron en tren. El malestar crecía: los visitantes expresaban su enojo e incomodidad por la desorganización de las autoridades. 

Tras casi un mes de cierre, las autoridades, al considerar que la situación aparentemente “se había controlado”, anunciaron la reapertura para el 15 de febrero de 2023 bajo estrictas medidas de seguridad. Este breve cierre, por protestas, reveló la vulnerabilidad del flujo turístico frente a crisis sociales. Fue necesario coordinar con gremios y fuerzas del orden para normalizar el acceso. Sin embargo, las “soluciones” gubernamentales no resolvieron el problema de raíz, si bien, el flujo turístico se mantuvo, las tensiones propias de la crisis turística estaban a flor de piel; no pasó mucho tiempo para que las protestas reiniciaron esta vez aparente privatización en el boleto de ingreso. En octubre, el Ministerio de Cultura anunció que la venta de boletos pasaría a la plataforma privada Joinnus, ya encargada del sitio arqueológico de Kuélap. Esto desató malestar en los cuzqueños por la aparente incapacidad del Gobierno para enfrentar la situación. Según el Gobierno Regional y los gremios locales, la adjudicación se realizó sin licitación pública, alimentando acusaciones de “privatización” de Machu Picchu.

La tensión se agravó en enero de 2024, cuando el 25 de ese mes, pobladores del distrito de Machu Picchu Pueblo iniciaron un paro indefinido bloqueando la vía férrea de ingreso. El descontento surgió por la deficiente gestión de la ministra de Cultura, Leslie Urteaga Peña, y de la empresa Joinnus en la venta de boletos para acceder a la ciudadela. Aquel día, los manifestantes quemaron llantas, lo que obligó a la empresa Ferrocarril Trasandino a suspender el servicio entre Ollantaytambo y Machu Picchu. Las protestas dejaron tres civiles y cinco policías heridos, paralizando el transporte de visitantes. Decenas de turistas extranjeros quedaron varados en Aguas Calientes, puerta de entrada al santuario, solicitando ayuda diplomática para retornar. El presidente de la Cámara de Comercio de Ollantaytambo, Carlos Gonzáles, calculó que cada día de paro representaba pérdidas de alrededor de tres millones de soles para la cadena turística.

La situación encendió las alarmas y el 31 de enero de 2024 se alcanzó un acuerdo para levantar la huelga. El gobernador regional y el alcalde distrital informaron que, tras firmar la “Declaración por Machu Picchu” junto a ministros y líderes locales, el Ministerio de Cultura aceptó terminar el contrato con Joinnus y desarrollar una nueva plataforma estatal de boletería. Ese mismo día, Ferrocarril Trasandino autorizó la reanudación de los trenes hacia el santuario tras inspeccionar las vías. PeruRail también anunció el restablecimiento de sus servicios regulares. El Ministerio de Cultura confirmó el reinicio de actividades turísticas y comerciales en el pueblo de Machu Picchu.

No obstante, los problemas continuaron. La crisis tomó un nuevo rumbo. El 26 de febrero de 2024, intensas lluvias provocaron varios deslaves en las cercanías del santuario. Las inundaciones dejaron 17 personas heridas y aislaron la zona arqueológica, bloqueando los caminos de acceso. El transporte ferroviario se suspendió temporalmente mientras brigadas limpiaban los derrumbes, reanudándose las operaciones días después. Este episodio de desastres naturales evidenció la urgente necesidad de fortalecer la gestión ambiental en la montaña sagrada.

Con el panorama algo más estable, Machu Picchu retomó su flujo turístico durante 2024. Según el Instituto Peruano de Economía, llegaron 1,5 millones de visitantes, más del doble que en 2023. Aun así, la cifra estaba lejos del potencial histórico. Las autoridades regionales advirtieron que esta recuperación era crucial, ya que cerca del 60% de la economía del Cusco depende del turismo. En 2019, por ejemplo, la ciudadela recibió 1,2 millones de visitantes extranjeros, generando casi 10 millones de soles para el país. Esta dependencia económica explica la preocupación ante cada interrupción: el bloqueo de enero de 2024 puso en riesgo los ingresos de medio millón de familias cusqueñas vinculadas al turismo.

La situación pareció estabilizarse hasta septiembre de 2025, cuando estalló una nueva crisis relacionada con el transporte. El 5 de septiembre venció la concesión de Consettur, empresa que durante 30 años administró los buses entre Aguas Calientes y la ciudadela. Ante ello, el Gobierno regional designó temporalmente a la empresa local San Antonio de Torontoy, decisión cuestionada por supuestas irregularidades. A mediados de mes, manifestantes en Cusco bloquearon nuevamente la vía férrea. El 15 de septiembre las protestas paralizaron el tránsito de trenes y autobuses, dejando cerca de 900 turistas varados en Aguas Calientes. El 16 de ese mes, el Ministerio de Turismo informó que 1.400 visitantes fueron evacuados hacia Ollantaytambo, aunque unos 900 seguían atrapados en la zona. Los manifestantes exigían transparencia en la asignación del nuevo operador de buses, denunciando favoritismos hacia ciertos empresarios locales. La tensión escaló tanto que el grupo New7Wonders envió una carta al Gobierno advirtiendo que el conflicto podría poner en riesgo el estatus mundial del sitio.

Durante esa semana crítica, las comunidades locales alcanzaron una tregua con la Defensoría del Pueblo para mitigar el impacto en la población. El 17 de septiembre, el acuerdo permitió que las empresas Peru Rail e IncaRail reanudaran gradualmente el servicio ferroviario hacia Machu Picchu. Al día siguiente, la estación de buses de Machu Picchu Pueblo volvió a operar con normalidad. Desde la madrugada, largas filas de turistas aguardaban los vehículos: más de 25 buses trasladaron a unos 200 visitantes hacia la ciudadela. Comerciantes, guías y hoteleros reportaron fuertes pérdidas económicas, afectando no solo al Cusco, sino a todo el Perú.

A fines de septiembre de 2025 continuaron las gestiones para normalizar el transporte, y ese mismo mes se logró un acuerdo temporal entre las autoridades: Consettur y Torontoy operarían de manera compartida, evitando un monopolio. Con ello se buscó garantizar la continuidad del servicio mientras se definía una nueva licitación formal.

La situación en Cusco continúa siendo delicada. Tras años, meses y semanas de desacuerdos, los intentos por alcanzar un punto medio no han dado resultados concretos. La problemática se mantiene como una bomba de tiempo que en cualquier momento podría estallar. No es una exageración afirmar que gran parte de la economía turística del país depende de esta región. Es necesario que los gobernantes dejen de lado el egoísmo y prioricen el bienestar común, porque estas crisis no solo dañan el patrimonio, sino también la calidad de vida de miles de familias. No podemos permitir que una de las maravillas del mundo se vea afectada por la negligencia de sus autoridades ni por la indiferencia ciudadana. Debemos actuar colectivamente para proteger lo que nos pertenece. Como advirtió Hiram Bingham, descubridor científico de Machu Picchu: “Pocas novelas pueden superar la de la ciudadela de granito en la cima de los precipicios escarpados de Machu Picchu, la corona de la tierra de los incas”.

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