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Fuente: Diario Correo |
La tarde del jueves 31 de julio de 2025, algunas provincias del departamento de Arequipa fueron sorprendidas por una tormenta de arena. Todo comenzó con reportes preocupantes desde el valle de Majes en Castilla. Desde el mediodía, torbellinos de viento que superaban los cuarenta kilómetros por hora levantaron enormes nubes de polvo y arena; cubriendo cultivos y viviendas. El fenómeno alteró la rutina de los habitantes ya que los vientos eran demasiado fuertes afectando la visibilidad de las personas quienes al caminar perdían el equilibrio. Las alertas del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología - Senamhi, ya anticipaban que el fenómeno avanzaría hacia el sur y que la ciudad blanca sería afectada por este inusual suceso.
A las 15 horas, mientras Arequipa se preparaba para continuar con las actividades por el aniversario de la ciudad, el cielo comenzó a cambiar de tono. Desde Yura y Uchumayo se miraban nubes marrones en el horizonte que en cuestión de minutos llegaron al Cercado y se extendieron hacia Cayma, Miraflores y Cerro Colorado. El tráfico en las avenidas principales como Independencia y Ejército se volvió más lento, mientras los conductores encendían sus luces para observar mejor el panorama y evitar algún accidente, mientras tanto, el Senamhi emitía una alerta inmediata de precaución en la Panamericana Sur.
Alto Cayma, no se distanció del asunto, pues los fuertes vientos se alzaban y las nubes de polvo oscurecían la vista de la ciudadanía. “Tuvimos que cerrar puertas y ventanas para evitar que la tierra entrara en la casa”, relató Renzo Fernández, vecino de la zona, mientras introducía pequeños pedazos de cartón en las rendijas que separaban la puerta del suelo. Con el rostro inquieto, admitió que nunca había presenciado un fenómeno natural de tal magnitud. Al caer la tarde, alrededor de las 17 horas, el polvo en la atmósfera era notorio en casi todos los distritos urbanos. En Paucarpata y Alto Selva Alegre, los vecinos describían un cielo amarillento y una sensación de sequedad en el aire.
“Yo estaba saliendo de mi colegio a las cuatro y media cuando de pronto empecé a ver arenilla alrededor. Con mis amigos, cuando conversábamos, sentíamos como pequeñas piedritas en la boca por eso nos tapamos la boca con la mano para poder caminar”, recordó Tadeo Ballón, un joven estudiante del distrito de los Andenes Floridos.
El panorama no mejoraba con el paso de las horas. En farmacias y boticas se registró una demanda repentina de mascarillas, tras la recomendación de la Dirección Regional de Salud sobre posibles problemas respiratorios a causa de este acontecimiento natural.
Pero la pregunta del millón es ¿Este fenómeno natural es algo normal? De acuerdo con el Senamhi, lo ocurrido fue resultado de una interacción atmosférica inusual en la franja costera. El origen estuvo marcado por vientos descendentes que son masas de aire que bajan con fuerza desde las capas altas de la atmósfera hasta el suelo.
En conversación con un medio radial capitalino, el ingeniero Diego Rodríguez, especialista en meteorología, detalló “Fue una conjunción de dos fenómenos. Por un lado, hubo subsidencias en niveles altos de la atmósfera, que provocaron vientos descendentes intensos sobre la superficie desértica. Por otro lado, ingresaron vientos perpendiculares a la costa, que impulsaron el polvo horizontalmente”, explicó. “El levantamiento de polvo se produjo porque esos vientos descendentes impactaron directamente sobre un terreno árido, como el de Ica. Al combinarse con el ingreso de vientos costeros, el polvo fue impulsado y generó esta tempestad que afectó gran parte del litoral sur”. indicó.
Además, Rodríguez diferenció lo ocurrido de los vientos que actualmente se perciben en regiones como Arequipa y Lima. Se trata de los conocidos “vientos Paracas”, característicos del invierno. “Son vientos más superficiales, que la población ya reconoce. No tienen la misma intensidad ni provocan el levantamiento masivo de polvo”, precisó.
Entendemos entonces que este fenómeno no fue algo inusual sin embargo, llegada la noche, los efectos de este acontecimiento se mantenían. Distritos como José Luis Bustamante y Rivero, Alto Selva Alegre y Tiabaya permanecieron bajo un aire que dificultaba la visibilidad, el polvo se fijaba a fachadas, ventanas y vehículos. Sin embargo, los comercios continuaron abiertos y las autoridades insistieron en mantener la calma, recordando que la intensidad de los vientos disminuiría en los próximos días.
El viernes 1 de agosto, Arequipa amaneció bajo una densa nube de polvo. El panorama sorprendió a los habitantes que salieron temprano, pues la visibilidad seguía limitada y los rayos solares apenas lograban atravesar la capa amarillenta que cubría la ciudad. El Senamhi advertía que los vientos persistirían hasta el domingo 03, acompañados de un descenso de temperaturas nocturnas de entre tres y cuatro grados en la ciudad, y hasta diecisiete bajo cero en las zonas altoandinas.
“Al día siguiente, cuando salimos, todo estaba cubierto de arena fina. Se sentía incómodo caminar porque el polvo se levantaba cuando caminabamos”, relató Connie Fernández, residente de Alto Cayma.
Arequipa, aún cubierta de polvo, continuó con sus actividades diarias. Los festejos por el 485 aniversario no se suspendieron. El mes de julio concluyó con una fenómeno que fue nuevo para muchos, este acontecimiento marcó inicio al mes más hermoso del año para los arequipeños: Agosto.
No es la primera vez que la naturaleza sorprende a nuestra ciudad blanca. Ya hemos pasado por algo parecido y sabemos que puede volver a ocurrir. La diferencia estará en cómo reaccionemos la próxima vez. ¿Estamos preparados para proteger nuestras casas, nuestras familias y nuestra ciudad si un fenómeno similar o peor volviera a presentarse? Es una buena pregunta que deberán formularse las próximas autoridades que serán elegidas.
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