CRÓNICA
Por: Grover Lanza
En la Universidad Nacional de San Agustín, Carlos Eduardo Arapa Vilca se ha convertido en una figura emblemática del wushu, el arte marcial originario de China. Con más de 26 años de experiencia en la enseñanza, su pasión por esta disciplina es contagiosa, y su compromiso con sus alumnos inquebrantable. Para él, el wushu no es solo un deporte; es una forma de vida.
Desde su infancia en Arequipa, Carlos encontró en el wushu un refugio y una fuente de inspiración. “Comencé a practicar a los 12 años, inspirado por Bruce Lee. Busqué un lugar donde pudiera aprender y encontré al profesor Jorge Zumarán, quien fue mi mentor y me enseñó todo lo que sé”, rememora. Su dedicación desde tan joven lo llevó a convertirse en un atleta destacado y, más tarde, en un entrenador apasionado.
El crecimiento del wushu en Perú es notable, especialmente en el ámbito universitario. “En estos Juegos Nacionales Universitarios, el número de competidores ha aumentado, y nuestra universidad ha visto un crecimiento en la participación”, señala Carlos con orgullo, haciendo referencia a la participación de los estudiantes agustinos en la Univeriada Arequipa 2024. Este incremento refleja el interés y la dedicación de los jóvenes por un arte marcial que combina disciplina, concentración y técnica.
Como entrenador, Arapa Vilca siente la responsabilidad de transmitir no solo habilidades técnicas, sino también valores. “El wushu enseña disciplina y concentración, esenciales para el desarrollo personal y profesional de los estudiantes”, explica. Su enfoque va más allá de lo físico; busca formar individuos íntegros y respetuosos que puedan abordar sus carreras con determinación.
La conexión entre el entrenamiento físico y la preparación mental es fundamental en el wushu. “Un deportista puede estar físicamente preparado, pero si su mente no está lista, no podrá rendir al máximo”, advierte. Este enfoque integral asegura que sus alumnos no solo se destaquen en el tatami, sino que también enfrenten los desafíos de la vida con resiliencia.
La infraestructura de la Universidad Nacional de San Agustín proporciona el espacio adecuado para el desarrollo de diversas disciplinas, incluyendo el wushu. Sin embargo, Carlos considera que es esencial promover más el deporte en general. “El instituto del deporte universitario debe seguir existiendo para fomentar tanto la recreación como la competencia”, opina. Su visión es clara: un sistema que apoye el crecimiento de los atletas universitarios.
La participación de la universidad en eventos como los Juegos Nacionales es una oportunidad de mostrar el talento de sus deportistas. “Este año, logramos 12 medallas en wushu: ocho de oro, dos de plata y dos de bronce. Es un reflejo del esfuerzo y la dedicación de nuestros atletas”, celebra Carlos. Estos logros no solo enorgullecen a la universidad, sino que también motivan a los nuevos talentos a seguir su camino.
La comunidad universitaria es invitada a ser parte de esta experiencia. “Animo a todos los estudiantes a que se acerquen a nuestras instalaciones y conozcan las diferentes disciplinas. Cada uno puede encontrar un deporte que les apasione y que contribuya a su desarrollo personal”, dice Carlos con entusiasmo. La oferta deportiva es amplia y diversa, con más de 26 disciplinas en competición.
Con una mirada esperanzadora hacia el futuro, Carlos Eduardo Arapa Vilca sigue sembrando pasión por el wushu en cada uno de sus alumnos. Su legado se extiende no sólo en las medallas y los trofeos; se trata de formar personas capaces de enfrentar la vida con disciplina y coraje. En este viaje, el wushu será siempre su compañero fiel, un arte marcial que ha definido su vida y que, sin duda, seguirá inspirando a muchos más.
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