ARTÍCULO DE OPINIÓN
Por: Nayely Kassandra Luque Yanqui
La música es una forma de expresión humana, capaz de transmitir emociones, contar historias y reflejar la realidad social. Sin embargo, en las dos últimas décadas, surgió una tendencia preocupante: las letras y videos musicales con contenido sexual y su impacto en la juventud.
En la mayoría de casos, las canciones más escuchas son aquellas en las que se habla del sexo, en la actualidad ya no es un tabú, sin embargo, la explotación y viralización desmedida de actos sexuales corrompen a una juventud, y el hecho de tratar a mujeres como un objeto o animal como que la describen en las letras.
Canciones que glorifican al sexo casual, y hablan de las personas como meros objetos de deseo, promueven estereotipos de género y fomentan una visión distorsionada de las relaciones sexuales que son más comunes en la industria musical contemporánea. Estas letras, a menudo van acompañadas de videos que muestran imágenes provocativas o actos íntimos, causando un impacto profundo en la percepción y comportamiento de los jóvenes.
En la etapa de formación y búsqueda de identidad, los muchachos son especialmente vulnerables a las influencias externas, incluida la música popular que generan una visión distorsionada del amor y las relaciones, además de adoptar comportamientos sexuales riesgosos.
La exposición constante a este contenido sexual puede generar en los jóvenes la idea de que el valor de una persona se define por su atractivo físico y su capacidad para satisfacer deseos sexuales. La responsabilidad de esta distorsión, recae en los artistas y la industria musical. Los músicos tienen el derecho a expresarse libremente, pero también tienen una responsabilidad ética hacia su audiencia, especialmente cuando esta incluye a jóvenes en proceso de formación.
Por otro lado, la industria musical debe reflexionar sobre su papel en la promoción del contenido sexual excesivo. El lucro no puede justificar la perpetuación de estereotipos dañinos y la explotación de la sexualidad con fines comerciales. Es necesario que la música implemente políticas y estándares que promuevan la diversidad, la inclusión y el respeto por el ser humano.
Las canciones sexualizadas pueden tener serias repercusiones en la juventud si no se aborda de manera responsable. Es necesario encontrar un equilibrio entre la libertad artística y la protección de los valores y la salud mental de los jóvenes. Pues influye de manera negativa, en jóvenes y niños, que dejan de lado las canciones infantiles para escuchar música cuyo tema principal, es el sexo.
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