miércoles, 9 de julio de 2025

COMERCIO AMBULATORIO EN AREQUIPA, PERSONAS QUE SOLO QUIEREN TRABAJAR

REPORTAJE
Por: David Flores Mendoza

Más de 200 adultos mayores sobreviven vendiendo en las calles de Arequipa, sin apoyo estatal, ni acceso a empleo formal. Tras décadas de migración, crisis económica y abandono institucional, el comercio ambulatorio se ha convertido en su única opción. Cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en el año 2023 reflejan que contamos con 2.500 comerciantes informales.

Eliseo Ramos es parte de esa cifra, actualmente tiene 59 años, desde que tenía 26, sale todos los días a trabajar a las calles del cercado de nuestra ciudad. A esa edad tenía una familia que mantener y por ello tuvo que trabajar como ambulante, debido que el sueldo que ganaba con un trabajo “formal” no le alcanzaba. “Yo cuando estaba solo, antes de tener familia, trabajaba normal porque, bueno, lo básico que ganabas te sustentaba para poder vivir, pero una vez que uno tiene familia, tiene hijos, hay que educar, el hogar necesita otros gastos, entonces hay si el sueldo que ganas ya no te cubre, entonces tienes que ver otra opción.”

Es muy común ver la presencia de comerciantes ambulantes en el cercado de la cuidad blanca, principalmente en las calles que rodean el mercado San Camilo, el Parque Duhamel entre otras. Eliseo tras la pandemia del COVID 19 no tiene la misma estabilidad, el comercio ha bajado y hay días que solo le alcanza para comer, a eso se suma las disposiciones de la municipalidad provincial de Arequipa, que fiscalizan la venta informal y el decomiso de la mercancía, algunos ambulantes pierden durante los operativos, el poco capital que tienen.  
En Arequipa se enfrenta una realidad compleja y desafiante, Bianca Gallegos, dirigente del comercio ambulatorio, detalla que aproximadamente más de 200 personas mayores de 50 años se dedican a esta actividad, muchos de ellos en condiciones precarias y sin recibir apoyo del gobierno central. La falta de fuentes de trabajo formales, sumada al creciente número de personas con discapacidad que también recurren al comercio informal, evidencia un problema social profundo. “Nosotros solo vivimos del día a día, y estamos pasadas de la edad, de los 50 años para arriba, en su mayoría. Entonces vemos la forma, cómo poder trabajar, de sol a sol, desde que amanece hasta que anochece, porque tenemos una responsabilidad de familia, tenemos hijos” señalo la Señora Bianca.

Según el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) el Registro de Trabajadores en la Informalidad Laboral revela que más de 12 millones de personas que laboran en la informalidad.

Raúl Fernández Llerena, Decano Nacional del Colegio de Sociólogos, relata que la historia del comercio ambulatorio de Arequipa proviene desde las décadas de 1950 a 1970, la cuidad vivió un proceso acelerado de migración debido al crecimiento industrial y la expansión de la educación pública. Durante ese tiempo, muchas personas llegaron del sur andino, y el comercio ambulatorio era prácticamente inexistente, ya que los recién llegados encontraban trabajo formal y espacios para integrarse. Sin embargo, esta dinámica cambió radicalmente en las décadas siguientes.

En los años 80 y 90, el panorama empezó a transformarse. Las empresas cerraron o trasladaron sus operaciones a Lima, provocando que disminuya la inversión estatal y se redujo la generación de empleo formal. A esto se sumó el impacto del terrorismo, que empujó a muchas familias del campo hacia la ciudad en busca de seguridad. Sin empleo ni oportunidades claras, muchas personas comenzaron a sobrevivir mediante el comercio ambulatorio, convirtiéndose en una presencia constante en plazas, calles y avenidas de Arequipa.

Actualmente, el problema es más complejo, la población de Arequipa creció significativamente, el número de vehículos aumentó exponencialmente y nuevas problemáticas como la inseguridad y la informalidad toman fuerza.

“Hoy la gran ciudad aquí necesita una solución y esa solución en el país es la descentralización, pero una descentralización con inversión pública, que el Estado asuma la función y la responsabilidad de acuerdo a la Constitución” comenta Fernández, la solución real pasa por una descentralización efectiva, con inversión pública en salud, educación y empleo. Solo así se podrá reducir la dependencia del comercio ambulatorio y ofrecer alternativas reales de vida digna a las personas, especialmente a adultos mayores y personas con discapacidad, sector que pareciera ser olvidado por la población.

A pesar de las dificultades, los comerciantes ambulantes reiteran una idea clara, solo quieren trabajar, solo quieren llevar un pan a la casa honradamente, el sentir de muchas personas es que no tienen otra opción viable, ser ambulante es la única forma de sobrevivir y mantener a sus familias. Piden comprensión, diálogo y acuerdos con las autoridades, sin represión ni exclusión.

El comercio ambulatorio no es solo una forma de sobrevivir, sino también un esfuerzo diario por mantener la dignidad y el sustento familiar. Mientras las políticas públicas no logren cubrir las necesidades reales de empleo y protección social, la calle seguirá siendo su único lugar de trabajo.

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