Por: Oneida Chayña López
Las relaciones de pareja reflejan las complejidades de la naturaleza humana, donde el amor, el poder y la desconexión desempeñan roles fundamentales en su dinámica. Cuando las emociones se ven afectadas por luchas de control o la falta de una conexión emocional profunda, surgen desequilibrios que amenazan el vínculo que inicialmente unió a dos personas.
El amor, en su forma más pura, debería ser un refugio seguro. Sin embargo, cuando no se equilibra adecuadamente con el respeto y la comprensión mutua, puede convertirse en terreno fértil para la manipulación y el control. Las luchas por el poder dentro de la relación, aunque sutiles, son devastadoras, a menudo disfrazadas de gestos de cariño o sacrificio. Es precisamente este desequilibrio el que puede llevar a uno de los miembros de la pareja a sentirse más atrapado que amado.
Por otro lado, la desconexión emocional es otro de los síntomas más dolorosos de una relación deteriorada. Surge cuando el afecto y la cercanía se desvanecen, transformando lo que antes era un lazo íntimo en una convivencia fría y distante. Aunque es una señal clara de que algo no va bien, la desconexión no solo tiene aspectos negativos. También puede ser una oportunidad para reevaluar la relación, hacer ajustes necesarios y decidir si se quiere retomar lo que se tenía o si es el momento de transformarla en algo diferente.
Es importante abandonar la idea de que la pareja perfecta es aquella en la que no existen conflictos. De hecho, los momentos de crisis, si se manejan correctamente, pueden ser una oportunidad para fortalecer la relación.
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