lunes, 7 de abril de 2025

ENFERMARSE EN PERÚ ES MÁS CARO QUE CURARSE

ARTÍCULO DE OPINIÓN
 
Por: Karen Pinto Cahuana

 
 
 
 
 
 
El 7 de abril se conmemora el Día Mundial de la Salud. Un día para recordar lo difícil que es acceder a una atención médica digna. Para muchos peruanos, enfermarse no solo significa dolor físico, también significa endeudarse. En este país, curarse cuesta. Pero enfermarse cuesta más.

Aunque casi toda la población cuenta con algún tipo de seguro, eso no garantiza atención. Si bien es cierto, muchos peruanos están afiliados a un seguro de salud. Sin embargo, muchos no logran recibir atención oportuna en hospitales públicos. Tener seguro en el Perú no significa tener salud.

Los centros de salud del primer nivel, como postas y centros médicos, deberían ser la primera línea de defensa. Pero la mayoría no tiene equipos para hacer análisis básicos. En zonas rurales, la situación es peor. Según un informe del Banco Mundial, más de 2 millones de peruanos viven en lugares donde no hay capacidad diagnóstica. Eso quiere decir que no pueden saber si tienen anemia, diabetes o incluso una infección. La única opción es viajar. Y para muchos, eso es difícil.
El gasto público en salud es bajo. En 2021 fue solo del 3,9 % del PBI. La Organización Mundial de la Salud recomienda al menos un 6 %. Esta brecha se siente. Faltan médicos. Faltan medicamentos. Faltan camas. Y lo que falta, lo tiene que pagar el paciente. En 2022, el gasto de bolsillo representó más del 27 % del gasto total en salud. Es decir, las familias pusieron su propio dinero para poder ser atendidas.

Y no todos pueden pagar. Por eso muchas personas simplemente no se atienden. En zonas rurales, solo algunos que se enferman buscan ayuda médica en centros formales. El resto opta por boticas, remedios caseros o, simplemente, aguanta. Eso agrava la enfermedad. Y cuando finalmente acuden al hospital, ya es muy tarde.

Además, aunque el presupuesto del sector salud aumentó en los últimos años, gran parte no se ejecuta. Muchos millones asignados al primer nivel de atención no fueron usados. Eso significa postas sin mejora, médicos sin contratos, equipos sin comprar. El dinero existe, pero no llega donde se necesita.

Hay otro problema, la salud en Lima no es la misma que en provincias. En la capital, hay hospitales grandes, especialistas y clínicas privadas. En las regiones, los hospitales suelen estar colapsados o sin insumos. Las referencias se demoran. Y los pacientes padecen esperando.

Enfermarse, entonces, es más caro que curarse. Porque si no puedes curarte a tiempo, la enfermedad avanza. Y eso significa más gasto, más dolor y más riesgo. Muchas familias venden lo poco que tienen para pagar una operación. Piden préstamos. Hacen colectas. Todo para que alguien tenga una oportunidad.

La salud no debería ser un lujo. No debería depender de dónde vives ni de cuánto ganas. Es un derecho. Pero en el Perú, es un privilegio.

El Día Mundial de la Salud debe servir para mirar de frente esta realidad. Para exigir que se fortalezca el primer nivel de atención. Que se invierta. Que los médicos lleguen a las zonas más alejadas. Que se use la tecnología para atender a distancia. Que se construya un sistema justo, donde nadie quede fuera.

Porque nadie elige enfermarse. Pero sí podemos elegir cómo responder. Y en Perú, esa respuesta todavía es lenta, costosa y desigual. La salud no espera. Y vivir sano no debe costarnos la vida.

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