ARTÍCULO DE OPINIÓN
El llamado de Meryl Streep es un recordatorio de que la comunidad internacional no puede mirar hacia otro lado. Cada día, miles de mujeres afganas luchan por su voz, su identidad y su derecho a existir plenamente. Necesitan apoyo, comprensión y solidaridad, no solo en palabras, sino en acciones concretas que desafíen esta opresión.
En un reciente evento en la ONU, Meryl Streep hizo una poderosa declaración que resonó con fuerza: "Una ardilla tiene más derechos en Afganistán que una niña". Esta afirmación, aunque impactante, pone de relieve una verdad dolorosa sobre la situación de las mujeres y niñas en Afganistán, un lugar donde los derechos humanos se han convertido en una ilusión.
Los talibanes han ratificado una ley de moralidad que profundiza la opresión contra las mujeres afganas. Esta normativa prohíbe que las mujeres hablen en público, que sus rostros sean visibles y que se escuche su voz. Deben cubrirse con un velo integral y evitar cualquier prenda que pueda considerarse atractiva o provocativa. A medida que estas medidas se implementan, el espíritu humano de estas mujeres se enfrenta a una represión sistemática, llevándolas a vivir en una sombra de miedo y silencio.
Esta ley, que es la primera de su tipo desde que los talibanes volvieron al poder en 2021, ha sido firmada por el líder espiritual del grupo, Haibatulá Ajundzadá. Consiste en más de 100 páginas de restricciones, en su mayoría dirigidas a las mujeres. La cuales no solo afectan su vestimenta, sino también su capacidad para expresarse y ser vistas como individuos en la sociedad. Se les prohíbe usar cosméticos o perfumes, y se espera que se comporten de tal manera que no “caigan en tentaciones” o se asemejen a mujeres de otras culturas, especialmente occidentales.
Una de las prohibiciones más angustiosas es la de hacer sonar su voz en público, lo que incluye cantar, recitar o incluso hablar frente a un micrófono. Las mujeres deben evitar el contacto visual con hombres que no sean familiares, lo que les niega la posibilidad de interactuar y conectarse con el mundo que las rodea. Lamentablemente esta realidad es un recordatorio cruel de que su humanidad se minimiza, convirtiéndolas en sombras de lo que fueron o podrían ser.
La ONU ha descrito la situación de las mujeres en Afganistán como un “apartheid de género”, y muchos coinciden en que es una de las peores condiciones para las mujeres en el mundo. Aunque muchas restricciones han existido desde la toma de poder de los talibanes, esta ley establece una base legal para su cumplimiento, consolidando un estado de opresión que busca eliminar cualquier forma de individualidad y expresión personal.
No solo las mujeres enfrentan estas restricciones. Los hombres también están sujetos a nuevas normas, que limitan su apariencia y sus interacciones con las mujeres.Como si no bastara esta normativa se extiende a los medios de comunicación, que deben adherirse a la sharía, prohibiendo la publicación de imágenes de seres vivos, una medida que refleja la profunda deshumanización que afecta a la sociedad.
Las sanciones por incumplir estas normas pueden ser severas. Desde consejos y advertencias hasta detenciones en cárceles públicas, el miedo se convierte en un mecanismo de control. La autoridad talibán sostiene que estas leyes son una manifestación de la sharía islámica, pero lo que realmente refleja es un deseo de dominar y suprimir.
Una de las prohibiciones más angustiosas es la de hacer sonar su voz en público, lo que incluye cantar, recitar o incluso hablar frente a un micrófono. Las mujeres deben evitar el contacto visual con hombres que no sean familiares, lo que les niega la posibilidad de interactuar y conectarse con el mundo que las rodea. Lamentablemente esta realidad es un recordatorio cruel de que su humanidad se minimiza, convirtiéndolas en sombras de lo que fueron o podrían ser.
La ONU ha descrito la situación de las mujeres en Afganistán como un “apartheid de género”, y muchos coinciden en que es una de las peores condiciones para las mujeres en el mundo. Aunque muchas restricciones han existido desde la toma de poder de los talibanes, esta ley establece una base legal para su cumplimiento, consolidando un estado de opresión que busca eliminar cualquier forma de individualidad y expresión personal.
No solo las mujeres enfrentan estas restricciones. Los hombres también están sujetos a nuevas normas, que limitan su apariencia y sus interacciones con las mujeres.Como si no bastara esta normativa se extiende a los medios de comunicación, que deben adherirse a la sharía, prohibiendo la publicación de imágenes de seres vivos, una medida que refleja la profunda deshumanización que afecta a la sociedad.
Las sanciones por incumplir estas normas pueden ser severas. Desde consejos y advertencias hasta detenciones en cárceles públicas, el miedo se convierte en un mecanismo de control. La autoridad talibán sostiene que estas leyes son una manifestación de la sharía islámica, pero lo que realmente refleja es un deseo de dominar y suprimir.
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