miércoles, 2 de octubre de 2024

DESCALABRO ATLÉTICO EN LISBOA

CRÓNICA
Por: Grover Lanza

El Atlético de Madrid, del “cholo” Diego Pablo Simeone, sorprendió al mundo con un once renovado, pero el destino les tenía reservado un duro correctivo en un partido crucial para la liguilla de la Champions League. Desde el pitido inicial, el encuentro se tornó en una pesadilla.

El esloveno Oblak, el salvador habitual, tuvo que demostrar su valía con una mano milagrosa tras un córner, evitando que Pavlidis, solo en el área pequeña, abriera el marcador. Sin embargo, el Benfica iluminado por la luz de un Ángel Di María, que dice presente, no tardó en golpear. Aprovechando un error en la salida de balón, Aktükoglu marcó el primer tanto, dejando al equipo colchonero con un golpe de consideración.

El cuadromadrileño, luciendo una indumentaria azul, intentó reaccionar. El fences Griezmann, con un pase entre líneas, buscó a Marcos Llorente, pero el centro terminó en las manos del guardameta local. A partir de ahí, los rojiblancos comenzaron a mostrar destellos de juego, aunque Samuel Lino falló en su intento de empatar con un remate desviado tras una buena combinación con la “araña” Julián.

La presión del Atlético se intensificaba, pero la puntería era de escopeta de ferias. En un 5-4-1, Julián se colocaba como cuarto mediocampista, mientras Angelito Correa intentaba ser la referencia en ataque. Sin embargo, el equipo no lograba asentarse en el terreno de juego, y las oportunidades de acercarse a la portería de Trubin eran escasas. Un disparo lejano de Correa, desviado por un defensor, fue todo lo que pudieron ofrecer en la primera media hora.

La situación se complicó aún más cuando, en un ataque, Llorente se vio obligado a abandonar el campo por una lesión en el cuádriceps. En su lugar, entró Nahuel Molina Lucero, pero los problemas persistían. Lino, con un centro envenenado, estuvo a punto de marcar, pero el larguero le negó el gol. El Atlético, aunque no sufría en defensa, se mostraba espeso y desconectado.



El reflejo de su mal desempeño fue evidente en la última jugada del primer tiempo. Un saque de banda para el Benfica se convirtió en una pesadilla; Di María recibió el balón sin marca y, tras dejarlo a Pavlidis, su remate mordido rozó el palo de Oblak. Podría haber sido un desastre aún mayor, un fiel reflejo del horroroso primer tiempo que vivieron los colchoneros.

Con la necesidad de una revolución, Simeone optó por un cambio drástico. Sacó a Koke, De Paul y Griezmann, dando paso a Gallagher, Sørloth y, sorprendentemente, al joven Javi Serrano, quien regresó al primer equipo en un triple cambio que dejó a muchos pensando en lo que carburaba “el cholo”. Pero el inicio de la segunda parte fue un calco del primero, y un error en la defensa culminó en un penalti. Di María no perdonó y batió a Oblak, aumentando la ventaja lusa.

La situación se tornó aún más crítica cuando un nuevo error de Julián permitió a Di María encarar a Oblak, quien logró atajar el remate. El Atlético, abrumado, veía cómo el Benfica se adueñaba del partido. Con un último intento por revertir la situación, Simeone introdujo a Giuliano, pero la remontada parecía un sueño.

Mientras el Benfica, ágil y certero, se acercaba al gol en varias ocasiones, el único que mantenía al equipo en pie era Giménez, quien intentaba sostener el barco a flote. Sin embargo, el tercer gol llegó tras un saque de esquina, cuando Bah, solo en el segundo palo, selló el destino del encuentro.

Conscientes de que cada gol cuenta en la liguilla europea, el Benfica no se detuvo. Un nuevo error defensivo permitió a Amdouni plantarse en el área, donde Reinildo cometió otro penalti. Köckü, frío como el hielo, engañó a Oblak y puso el cuarto en el marcador.

El único consuelo para el Atlético en esta amarga noche fue el empate del Juvenil, un rayo de esperanza en un día aciago. El Benfica, aunque podría haber infligido más daño, se contuvo, mientras el Atlético se sumergía en su propia desdicha. El reloj seguía avanzando y con ello el final de un partido que dejó al equipo colchonero hundido en la tabla, ocupando una preocupante posición 23 de 24 en la clasificación.

El eco del pitido final resonó como un aviso: el camino hacia la gloria en la Champions League se torna cada vez más escabroso para el Atlético de Madrid, que deberá replantear su rumbo si quiere soñar con la siguiente fase.

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