Crónica
Por: Lucero Nayeli Paredes Cornejo
En el Perú, los estudiantes se preparan con semanas de anticipación para un evento que se convierte en uno de los recuerdos más emocionantes de su adolescencia y vida escolar: los desfiles. Este evento, que marca el inicio de las vacaciones, genera una emoción indescriptible y está impregnado de un orgullo radiante. Con la cabeza en alto, los escolares se esfuerzan al máximo para ganar y ser reconocidos por su impecable marcha, un logro que para ellos significa ser los mejores.
A principios de julio, el ambiente en las escuelas se llena de alegría. Las banderas peruanas adornan cada aula de primaria y secundaria, grandes escarapelas decoran las paredes, y los periódicos murales destacan la historia del país. Esta atmósfera festiva se refleja también en los profesores, creando un entorno de celebración y unidad que fortalece los lazos comunitarios.
Esta tradición se repite año tras año en las escuelas de todo el Perú. Sin embargo, en las primeras décadas del siglo XX, un acontecimiento dio a los desfiles escolares una nueva dimensión. Entre 1921 y 1924, durante la presidencia de Augusto B. Leguía, se organizó una serie de actividades para conmemorar el centenario de la Independencia del Perú. Este periodo estuvo marcado por numerosos desfiles militares y eventos sociales, religiosos y culturales que buscaban promover la unidad nacional y resaltar los valores cívicos.
Uno de los eventos más significativos de este periodo, aunque poco conocido por la mayoría de los peruanos, fue la marcha de estudiantes de diferentes colegios de Lima en un contexto festivo durante la conmemoración del centenario de la Batalla de Ayacucho en 1924. Este evento, se llevó a cabo el 7 de diciembre de 1924 en la antigua Plaza Francisco Antonio de Zela, ahora conocida como Plaza San Martín. La Municipalidad de Lima organizó este y otros eventos con el objetivo de rendir homenaje a los héroes de la Batalla de Ayacucho.
Este acontecimiento inicial sin lugar a duda marcó un antecedente sustancial en la historia de los desfiles escolares, transformándolos en símbolo de patriotismo y unidad nacional. Los desfiles dejaron de ser simplemente una actividad escolar para convertirse en una celebración del orgullo nacional y un homenaje a aquellos que lucharon por la independencia del Perú.
Hoy en día, los desfiles escolares siguen siendo una parte importante de la vida estudiantil. Son más que una competencia; son una oportunidad para que los jóvenes muestren su amor por su país y su deseo de ser parte de su historia. La historia de los desfiles escolares en el Perú es, por tanto, un recordatorio de tradición y orgullo, que continúa inspirando a las nuevas generaciones a valorar y celebrar su identidad nacional.
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