miércoles, 30 de octubre de 2024

LA ERA DIGITAL: ¿ESTAMOS DEJANDO QUE EL INTERNET CRÍE A NUESTROS HIJOS?

ARTÍCULO DE OPINIÓN

Por: Nayely Kassandra Luque Yanqui                                                    



 

 

La tecnología transformó la vida de todas las generaciones, pero el impacto en los niños de hoy es particularmente significativo. En lugar de crecer jugando al aire libre, explorando el mundo físico o desarrollando habilidades sociales a través de interacciones reales, muchos niños ahora pasan horas frente a una pantalla. Para evitar llantos o mantenerlos entretenidos, cada vez más padres y cuidadores recurren a los dispositivos móviles como solución rápida. Sin embargo, esta dependencia del internet y las pantallas en la crianza tiene consecuencias profundas que estamos apenas comenzando a comprender. Es aquí donde surge la pregunta ¿estamos dejando que el internet críe a nuestros hijos?

Es común ver a niños pequeños, incluso de menos de dos años, sosteniendo un teléfono o una tableta. Lo que alguna vez se consideró un recurso educativo, o una herramienta ocasional para ver dibujos animados, ha pasado a convertirse en la principal forma de entretener a los más pequeños. La crianza en la era digital hizo que los dispositivos móviles se utilicen como "niñeras virtuales," y aunque esta práctica es comprensible en ciertos momentos, su uso constante genera una serie de problemas, tanto en la salud física como en el desarrollo emocional de los niños.

Uno de los principales problemas de esta crianza digital es la falta de interacción humana. Cuando un niño pequeño, incluso bebés, reciben un dispositivo para calmarse, no está desarrollando habilidades para manejar sus emociones o resolver sus frustraciones, simplemente se está distrayendo. A largo plazo, esto puede afectar su capacidad para desarrollar habilidades sociales, lo cual es fundamental en la infancia. Los niños necesitan aprender a interpretar expresiones, responder a los estímulos de otras personas y desarrollar empatía, algo que no puede lograrse frente a una pantalla. Así, se empieza a crear una generación que, en lugar de enfrentar el mundo real y sus desafíos, encuentra consuelo en una versión digital de la realidad, mucho más fácil de manipular y menos exigente.

Además, la exposición prolongada a las pantallas tiene efectos negativos en la salud física de los niños. La luz azul emitida por los dispositivos electrónicos puede afectar su vista y alterar sus patrones de sueño. Estudios muestran que los niños que pasan varias horas frente a pantallas suelen dormir menos y de menor calidad, lo que impacta directamente en su desarrollo físico y cognitivo, incluso la vista se ve dañada, por eso que en la actualidad es común ver a niños con lentes desde esa edad. La postura al usar estos dispositivos también puede causar problemas de espalda y cuello, incluso en edades muy tempranas, sin mencionar el sedentarismo que provoca, algo especialmente preocupante cuando se asocia con el aumento en la obesidad infantil. Así, el simple hecho de calmar a un niño con un teléfono tiene un costo físico que podría manifestarse a lo largo de su vida.

Por otro lado, el contenido que consumen los niños también es motivo de preocupación. En internet, los controles parentales son limitados, y muchos menores tienen acceso a contenidos inapropiados para su edad, sangre, robos, entre otros, ellos tienen acceso al mismo cuando nosotros damos el celular obviando que se encuentra con nuestro “Gmail”, Gmail que está registrado con la edad de un adulto. Si estuviera con la cuenta de un menor, no nos libramos de esos contenidos. Este consumo incontrolado puede impactar sus valores y percepciones del mundo, modelando su personalidad con estándares irreales y en ocasiones peligrosos.

¿Cuál es la solución? No se trata de evitar el uso de la tecnología, pues es innegable que vivimos en una era digital, y los niños deben aprender a navegar este mundo. Pero lo importante es encontrar un equilibrio saludable. La tecnología debe complementarse con el tiempo de calidad en familia, la interacción humana y actividades físicas. Los padres pueden y deben establecer límites de tiempo frente a la pantalla y, cuando sea posible, acompañar a sus hijos mientras usan dispositivos, enseñándoles a utilizar la tecnología de manera positiva y responsable.

En lugar de recurrir al teléfono como el método más rápido para calmar a un niño, podríamos fomentar que exploren y jueguen en el mundo real. Al permitir que la tecnología sea su principal forma de entretenimiento, estamos restando importancia a los valores que construyen una vida social y emocionalmente equilibrada.

La crianza en la era digital es un desafío, pero uno que podemos enfrentar con responsabilidad y compromiso. Al recordar que los niños necesitan interacciones reales, orientación emocional y un mundo lleno de estímulos no digitales, podemos tomar decisiones que favorezcan su desarrollo integral. No se trata de demonizar el internet, sino de devolverles a los niños la oportunidad de crecer en un entorno que les permita ser niños, un entorno en el que el internet no sea el padre sustituto.

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