martes, 29 de octubre de 2024

LA DEPENDENCIA A LOS DISPOSITIVOS MÓVILES: ¿UN NUEVO TIPO DE AISLAMIENTO?

ARTÍCULO DE OPINIÓN                                                                   
Por: Nayely Kassandra Luque Yanqui




Smartphones, computadoras, tablets y otros dispositivos portátiles se volvieron tan imprescindibles en nuestra vida cotidiana que es casi imposible imaginar un día sin ellos. Los llevamos a todas partes, a la mesa, al cine, al trabajo, a la cama e incluso al baño. Esta dependencia constante, aunque parece inofensiva o incluso práctica, está cambiando profundamente nuestra forma de vivir, de relacionarnos y de comprender el mundo que nos rodea. La pregunta aquí es, ¿Somos conscientes de las consecuencias?

La obsesión por los dispositivos móviles comenzó a desplazar la interacción humana real, la que no depende de pantallas. Es común ver familias en un restaurante, donde cada miembro está absorto en su celular, chateando, mirando videos o escuchando música, en lugar de conversar entre ellos. Los momentos de ocio, en los que solíamos aprovechar para leer un libro, disfrutar de un paseo, jugar con amigos o simplemente reflexionar, ahora se sustituyen por un mar de notificaciones y mensajes de redes sociales. Esta dependencia, sin duda, afecta la calidad de nuestras relaciones y nuestra capacidad de comunicarnos de manera efectiva y autentica, ya que priorizamos una realidad virtual que, aunque estimulante, no reemplaza el contacto humano.

Además, los efectos psicológicos de esta dependencia son preocupantes. La necesidad constante de revisar el teléfono, incluso cuando no ha sonado, es un claro síntoma de ansiedad o incluso “nomofobia”, miedo irracional a no tener el móvil o a estar incomunicado a Internet. Esto puede llevar a un estado de alerta constante, en el que nuestro cerebro se ve atrapado en un ciclo de recompensas breves e instantáneas que las aplicaciones nos ofrecen. A largo plazo, esta dinámica reduce nuestra capacidad de concentración y de disfrutar del momento presente, haciéndonos adictos a la constante estimulación digital.

La salud física también se ve afectada. El llamado “text neck” (o cuello de texto), un síndrome provocado por inclinar la cabeza hacia adelante al ver videos, escribir mensajes o jugar en dispositivos electrónicos portátiles. No solo afecta la postura, sino también afecta nuestra visión, provocando fatiga ocular y el llamado “síndrome visual informático”, conjunto de molestias oculares asociado al uso de pantallas. A nivel de sueño, la exposición prolongada a la luz azul de las pantallas afecta nuestro reloj biológico, provocando insomnio y reduciendo la calidad del descanso. Esta dependencia al dispositivo móvil, en lugar de ayudarnos, está desgastando nuestro cuerpo, generando problemas que hasta hace poco ni siquiera existían.

La distracción constante que generan los móviles contribuye al aumento de accidentes, especialmente en los casos de personas que revisan sus teléfonos mientras caminan o conducen. En el lugar de trabajo y estudios, el teléfono se ha convertido en una fuente constante de distracción, afectando la productividad y la eficiencia de los empleados o estudiantes. La dependencia a los dispositivos móviles genera una nueva forma de aislamiento, estamos rodeados de personas, pero cada uno está encerrado en su mundo digital.

Reducir nuestra dependencia a los dispositivos móviles es un paso necesario hacia una vida más equilibrada. No se trata de abandonar la tecnología, sino de encontrar un uso más consciente y responsable de ella, si ahora nos encontramos así ¿Qué pasaría si un día se acabara la electricidad o el internet en el mundo? En lugar de vivir a través de una pantalla, tenemos la oportunidad de redescubrir el valor de las pequeñas interacciones y de disfrutar verdaderamente el mundo que nos rodea.

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