CRÓNICA
Por: Oneida Chayña López
El pasado jueves 1 de mayo, el distrito de Paucarpata fue escenario de una tragedia que dejó a una madre con el corazón partido y a una familia sumida en el dolor. Eran cerca de la una de la tarde cuando todo cambió en cuestión de segundos.A pocos metros de su vivienda, una familia caminaba tranquilamente por la pista. Desde lejos, cualquiera habría pensado que se dirigían a pasar una tarde cualquiera, sin apuros ni preocupaciones. La pequeña Ariana Y. P., de apenas 9 años, iba de la mano de su madre, Rosa Peralta Gómez. A pesar de que había veredas libres y zonas de paso seguras, optaron por cruzar por la vía vehicular, tal vez confiando en la calma aparente de la calle.
Pero la tranquilidad se quebró en un instante. Un auto rojo apareció de pronto, avanzando a gran velocidad. Fue cuestión de segundos. Un claxon ensordecedor rompió el aire, seguido por el grito desgarrador de una madre. El vehículo, un Suzuki de placa V5L-679 conducido por Zenón Jaramillo Condori, de 74 años, embistió brutalmente a madre e hija, sin darles tiempo de reaccionar.
El impacto fue devastador. Ariana fue lanzada varios metros y quedó inconsciente sobre el pavimento. Rosa, gravemente herida, pedía auxilio con desesperación. Fueron los propios vecinos quienes, con el corazón en la mano, acudieron a socorrerlas. Las trasladaron por sus propios medios hasta que el personal de los bomberos llegó al lugar y las derivó al Hospital Regional Honorio Delgado Espinoza.
A pesar del trabajo incansable de los médicos, la pequeña fue ingresada al área de trauma shock con severas lesiones en la cabeza. Su cuerpo no resistió: falleció aproximadamente dos horas después. El reloj marcaba el inicio del duelo eterno para una familia que jamás pensó terminar el día con un vacío tan inmenso.
La esperanza de justicia también se desvaneció. El conductor responsable del atropello falleció el 1 de junio, un mes después del accidente. Así, el dolor se duplicó: no solo perdieron a una hija, también se quedaron sin respuestas, sin juicio, sin la oportunidad de ver asumida la responsabilidad por una vida que recién empezaba.
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