Por: Oneida Chayña López
En los lugares más remotos del
planeta, donde la presencia humana es mínima, la tierra escribe su propia
historia. Allí, en los “geoparques”, el paisaje revela los ciclos de creación y
guardan la historia geológica de la Tierra. Pero, ¿qué es exactamente un
geoparque? Son territorios con límites definidos que protegen un patrimonio
único y fomentan el desarrollo sostenible. No solo preservan paisajes
asombrosos, sino que también promueven la educación, el turismo responsable y el
bienestar de las comunidades locales.
En Perú, solo un geoparque ostenta
este título: el impresionante Valle del Colca y los Volcanes de Andagua que
abarca más de 6 mil kilómetros. Y se encuentra en la región de Arequipa, entre
21 distritos de las provincias de Caylloma y Castilla.
Un escenario donde la fuerza de la
naturaleza se expresa con majestuosa intensidad. Aquí, grandes estratovolcanes
conviven con volcanes más pequeños, modelados por antiguas erupciones. Ríos de
lava petrificada, profundos cañones, imponentes glaciares y serenas lagunas
forman un espectáculo geológico único. Además, el territorio es esculpido por
deslizamientos, avalanchas y el incesante pulso de la Tierra.
En 2019, la UNESCO lo reconoció como
el “Geoparque Mundial Colca y Volcanes de Andagua”, destacando su importancia
en la historia del planeta. Ahora, seis años después de su designación, sigue
siendo un espacio de aprendizaje donde el pasado y el presente se entrelazan
para mostrarnos cómo la humanidad ha sabido convivir con su entorno.
Más que un destino, este geoparque es
un símbolo de nuestra conexión con la naturaleza y la Pachamama. Es un llamado
a valorar nuestra tierra, sentirnos parte de ella y preservar su legado para
las generaciones futuras.
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