Por: Oneida Chayña López
Nuestro planeta nos da todo: el aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que nos nutren. Pero, ¿qué le estamos devolviendo a cambio? Cada 22 de abril, el mundo conmemora el “Día Internacional de la Madre Tierra”, una fecha que nos recuerda la responsabilidad de cuidar nuestro hogar común antes de que sea demasiado tarde.
La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció esta conmemoración en 2009 como parte de los esfuerzos por enfrentar la triple crisis planetaria: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. A lo largo de los años, las Cumbres de la Tierra han promovido acuerdos internacionales para impulsar el desarrollo sostenible y proteger el medio ambiente. Además, la iniciativa "Armonía con la Naturaleza" fomenta prácticas que buscan equilibrar el crecimiento económico con la preservación de la vida.
Sin embargo, el panorama es alarmante. La contaminación envenena los océanos y el aire, los ecosistemas desaparecen a un ritmo vertiginoso y las emisiones de gases de efecto invernadero han desestabilizado el clima global. Estas acciones no solo afectan la naturaleza, sino también nuestra propia supervivencia, amenazando la seguridad alimentaria, la salud y el bienestar de las futuras generaciones.
Antonio Gutierres, secretario general de la ONU, lo dijo con claridad: "Reparar las relaciones con la Madre Tierra es el mayor de los retos de la humanidad. Debemos actuar, y rápido, para crear un futuro mejor para todos." Este día no es solo una fecha en el calendario, sino un llamado urgente a gobiernos, empresas y ciudadanos para cambiar el rumbo. La solución está en nuestras manos: adoptar estilos de vida sostenibles, exigir políticas ambientales responsables y recordar que proteger la Tierra es protegernos a nosotros mismos.
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