REPORTAJE
Escrito por: Guillermo Miranda Choque
Sujeta a las obligaciones y exigencias que acarrean los estudios universitarios
y las prácticas preprofesionales, D. P. R., estudiante de la Universidad
Nacional de San Agustín (UNSA), a quien por razón de privacidad nos referiremos
como Daniela, realiza sus prácticas preprofesionales en una institución pública
del Estado Peruano. Decidida a servir en un cargo alto dentro del sector
público, no es ajena a las dificultades alimentarias que representa la vida
académica.
“Generalmente trato de desayunar todos los días, algunas veces ha pasado que no me da tiempo de cocinar mi desayuno y tampoco me compro nada. Hay oportunidades en las que me compro un sándwich o veo lo que puedo comer. Suele pasar en semanas de exámenes o de acumulación de trabajos. Este semestre ha estado sucediendo así en cuatro semanas”, explica la estudiante.
Con un horario de 1 a 2 de la tarde para almorzar. Daniela consigue su almuerzo en un restaurante antes de partir a sus clases en la universidad. "En la calle hay mucha fritura, a veces hay pollo broaster y me compro eso, lo primero que veo. En el restaurante que como he intentado comer lentejas por ejemplo, pero tienen mucho condimento y no es tanto de mi agrado”.
Reconociendo haber tenido durante su etapa escolar un hábito de consumo de alimentos ultra procesados debido a la falta de control que implica comer en la calle, Piero Carpio Cari siempre planificó formarse como médico, decidiendo posteriormente por la nutrición, carrera profesional que cursa en la UNSA, hallándose en su cuarto año de estudios.
“La realidad es alarmante, tanto en colegios, la universidad y el trabajo, las
comidas saludables son de muy poco acceso y las personas tienden a acceder a
comidas ultraprocesadas y asequibles a su tiempo. No tienen disponibilidad para
prepararse sus alimentos o buscar una mejor alternativa para su salud”,
sostiene Carpio Cari.
La posibilidad de llevarse almuerzo de casa no es tampoco una suerte constante para Daniela, lo cual está sujeto al régimen laboral de su madre en cada mes, pero cuya preparación normalmente es cocida y sin mucho condimento. Actualmente, durante el mes de octubre, la estudiante afirma haber podido llevarse almuerzo de casa un promedio de tres veces por semana.
Aprovechando los breves espacios de tiempo entre clases, ella suele acudir a
los quioscos de la universidad para conseguir su cena, optando habitualmente
por algún sandwich, papa rebozada o pastel, a los cuales acompaña de café, té o
alguna chocolatada. Si bien esta es una práctica estable, la universitaria
también atraviesa, aunque escasamente, ocasiones en las que no consigue cenar
alguna vez durante la semana.
“La dieta de los estudiantes es muy desequilibrada, no cuentan con el
conocimiento adecuado de las porciones que deben ingerir, muchas veces se
suelen saltarse las comidas fundamentales del día. Al momento de entrar a
exámenes parciales tienden a comer desequilibradamente, por ansiedad comen a
deshoras, por las noches, es mayor el consumo de azúcares” expresa el
estudiante de nutrición.
Según manifiesta Carpio Cari, una dieta desequilibrada incrementa las probabilidades de contraer enfermedades como la diabetes, la hipertensión y la obesidad, lo cual representa una realidad alarmante en poblaciones infantiles, dado que según sus estimaciones, el 30% de una clase de treinta niños de primaria padece sobrepeso.
De acuerdo a la nutricionista Katherine Basurco Meneses, el consumo de micronutrientes en niveles adecuados es muy importante para los jóvenes, siendo de lo contrario propensos a padecer anemia y tener deficiencias en el sistema nervioso. “No van a tener magnesio, calcio y el cuerpo va a tener calambres. El cuerpo va a seguir gastando y buscando la forma de rendir, y va a seguir cansado, eso no les va a permitir rendir adecuadamente”, sostiene.
Con una carga de trabajo que a veces debe atenderse en horas de la noche y otras durante la madrugada, Daniela comenta que acostumbra dormir un promedio de cinco horas por día. Si bien afirma no haber tenido problemas alimenticios antes, ella explica que últimamente ya ha sufrido de baja presión.
"Hay que dormir siempre sus 7 u 8 horas, mínimo sus 6 horas. Quien duerme cuatro horas como hábito, el cuerpo no descansa y eso poco a poco va calando en el sistema nervioso, el cuerpo empieza a fallar. Hay que darle el descanso para que pueda recuperarse y asimilar sus nutrientes", expresa la nutricionista.
“Se recomienda que nuestro plato incluya un 50 por ciento de vegetales variados en colores, un 25% de proteína y un 25% de carbohidratos. Recomendamos que el plato contenga un solo carbohidrato y no mezclar ambos, como suele consumirse por costumbre aquí en Arequipa, que son arroz y papa juntos en un solo plato”, indica Piero Carpio.
Siendo el cuerpo nuestra herramienta principal de trabajo y estudio, Katherine subraya que la alimentación y el ejercicio deben ser considerados como pilares de una buena salud mental y física. Exhortando aprovechar la cobertura que ofrecen servicios como el Seguro Integral de Salud (SIS), Basurco destaca la importancia de acudir a centros médicos para conocer el estado de salud de cada uno, porque tal y como resalta: “es bueno saber dónde estoy y qué quiero alcanzar".
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