lunes, 22 de julio de 2024

COMER VERDE NO SIEMPRE ES SOSTENIBLE

Artículo de Opinión
Por: Sharon Taco Ccahua



En la búsqueda de opciones para proteger nuestro planeta, el veganismo a menudo se presenta como una solución ideal. Sin embargo, es importante reconocer que ser vegano no es la única manera de contribuir a la sostenibilidad. En lugar de adoptar una dieta exclusivamente basada en vegetales, quizás lo más sensato sea centrarse en comer de forma sostenible, adaptando nuestras elecciones alimentarias a nuestras circunstancias y posibilidades individuales.

Personalmente, no sigo una dieta vegana. Aunque intentó tomar decisiones responsables, mi refrigeradora aún contiene yogur, queso, leche y huevos, lo que evidencia que no sigo al pie de la letra las pautas veganas. Sin embargo, mi objetivo principal es tomar decisiones que sean sostenibles para mí, para el planeta y para todos los seres que lo habitan.

La sostenibilidad es un concepto amplio y a menudo debatido. Mientras que muchos la definen como el impacto ambiental que generamos, yo prefiero una visión más holística, que considera los impactos sociales, ambientales y económicos de nuestras elecciones. Esta perspectiva busca asegurar la posibilidad de que la vida humana y de otras especies florezca en el planeta a largo plazo. De esta manera, podemos apreciar que, aunque las dietas basadas en vegetales suelen ser más sostenibles que las dietas con alto contenido de productos animales, este no es un indicador absoluto para maximizar la sostenibilidad de nuestros alimentos.

No todos los alimentos de origen vegetal son necesariamente los más sostenibles. Por ejemplo, aunque la leche de almendras puede parecer una alternativa ecológica a la leche de vaca, su producción requiere una gran cantidad de agua, mucho más que la leche de avena, que es más fácil de cultivar en Europa y tiene una huella hídrica menor. Esta situación es un claro ejemplo de cómo las dietas basadas en vegetales no siempre son la opción más sostenible si no consideramos todos los factores involucrados.

Además, centrarse únicamente en dietas vegetales puede impedirnos aprovechar otras oportunidades para reducir el desperdicio. En muchos supermercados, se desechan grandes cantidades de alimentos, y comprar carne y pescado en oferta, cuando están a punto de caducar, puede ser una forma más sostenible de evitar que se desperdicien productos que ya han sido producidos. Asimismo, el consumo de partes menos apreciadas de los animales, como lengua y morro, puede ser una forma de reducir el desperdicio.

A menudo, elegir de manera sostenible implica equilibrar múltiples consideraciones. Por ejemplo, decidir entre leche alternativa en envases reciclables o en envases de plástico puede ser complejo. Por esto, es fundamental que los legisladores, productores y minoristas hagan nuestras cadenas alimentarias más transparentes, proporcionando información clara sobre la sostenibilidad de los productos que consumimos. Etiquetas similares a las de contenido nutricional podrían ayudar a los consumidores a tomar decisiones más informadas.

También debemos considerar que las decisiones más sostenibles a nivel individual pueden no ser las más viables a gran escala. La agricultura orgánica, por ejemplo, reduce el uso de fertilizantes y pesticidas, pero sus métodos suelen ser menos productivos. Si todos adoptaran métodos orgánicos, la producción global de alimentos podría disminuir, aumentando el riesgo de hambruna en comunidades más vulnerables. Por lo tanto, las políticas y cambios en la industria deben considerar cómo se escalarán a nivel global.

El concepto de sostenibilidad personal también debe ser flexible. Para algunos, una dieta vegetariana o vegana puede ser sostenible, pero para otros puede ser inalcanzable por razones de salud u otras restricciones. La evidencia muestra que muchas personas que intentan seguir una dieta vegana abandonan esta práctica debido a su dificultad y a la sensación de ser demasiado restrictiva. Las dietas basadas en la sostenibilidad, como el flexitarismo, permiten a las personas reducir su impacto ambiental de manera progresiva y mantenible.

El costo también juega un papel importante en la sostenibilidad. Aunque los alimentos alternativos basados en plantas se están volviendo más accesibles, a menudo siguen siendo más caros que los productos animales. Esto puede hacer que la opción sostenible sea menos viable para las personas con menos recursos.

En resumen, no ser vegano no significa renunciar a la sostenibilidad. Nuestra meta debería ser el hacer todo lo posible por reducir nuestro impacto ambiental, eligiendo productos de temporada, evitando envases de un solo uso y comprando carne de manera más consciente. La clave está en ajustar nuestras prácticas a nuestras posibilidades y limitaciones personales, y en aspirar a hacer cambios positivos a largo plazo. La sostenibilidad no se trata de seguir reglas estrictas, sino de hacer elecciones informadas que sean viables para cada uno.

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